Incendios forestales aumenta contaminación en noroeste de EE.UU.
La EPA de los Estados Unidos ha estado trabajando en la mejora de regulaciones durante un extenso tiempo para asegurar que la calidad del aire en toda la nación promueva la salud de todos los ciudadanos estadounidenses. Uno de los temas críticos últimamente ha sido la disminución de las emisiones de material particulado, según una investigación de 2023 que muestra que una medida de este tipo podría salvar alrededor de 12,000 vidas anualmente, especialmente considerando la parte más susceptible de la población, como los niños, los ancianos o los individuos que padecen una afección como el asma.
Una investigación redactada por Crystal D. McClure y Daniel A. Jaffe y publicada en la prestigiosa revista proceedings of the National Academy of Sciences en julio de 2023 describe cómo el humo de los brotes de fuego está teniendo un impacto negativo en la parte occidental de los Estados Unidos, anulando años de mejoras en la calidad del aire.
El científico resaltó que con el paso del tiempo se han presentado brotes de fuego más extensos y frecuentes, liberando partículas finas a la atmósfera sin mucha disposición para evaluar la problemática desde una perspectiva ambiental. Daniel Jaffe, investigador de la Universidad de Washington y coautor de la investigación, declaró que las regulaciones actuales sobre la contaminación del aire se rigen según el Clean Air Act, pero su enfoque principal está en regular las partículas emitidas por autos y fábricas.
El humo liberado por los brotes de fuego desprende notables cantidades de partículas diminutas que miden menos de 2,5 micrómetros de diámetro. Estas pequeñas partículas sólidas o gotas pueden ser inhaladas y provocar problemas respiratorios y pulmonares, afectando principalmente a niños y ancianos, pero también a las comunidades próximas a los focos de fuego en general. Las áreas cercanas a los incendios forestales pueden tener niveles tan elevados de contaminantes en el aire que las autoridades podrían aconsejar a las personas permanecer en el interior por su propia seguridad, ya que estar al aire libre durante un período prolongado podría ocasionar serias complicaciones de salud.
En su estudio, Jaffe menciona que resulta un reto determinar con exactitud los efectos que tienen los brotes de fuego en la polución del aire debido a que estos suelen ser esporádicos e irregulares. Indicó que las observaciones son bastante excepcionales, ya que es habitual que los incendios forestales impacten significativamente en una comunidad, mientras que otras que están relativamente cerca permanecen prácticamente inalteradas.
La manera en que Jaffe inició su investigación sobre la influencia de los brotes de fuego en la contaminación del aire fue instalando un monitor de polución a las afueras de la ciudad de Eugene, en Oregón, en las faldas de una montaña, con el propósito de registrar las emisiones de China que estaban ingresando a los Estados Unidos. Sin embargo, en un giro inesperado, Jaffe observó nuevos datos proporcionados por el monitor que mostraban la forma en que las partículas de los brotes de fuego estaban impactando la atmósfera.
McClure y Jaffe analizaron datos diarios de material particulado recopilados entre 1988 y 2016 en más de 100 localidades rurales en todo el país, eligiendo dichas locaciones para excluir la influencia de emisiones industriales en la liberación de contaminantes atmosféricos. Descubrieron que en la mayoría de los lugares se registraron notables incrementos en los niveles de aire limpio, a excepción de la región noroeste, una parte del país que durante el verano suele verse afectada por brotes de fuego.
Considerando que las partículas finas son resultado de las emisiones de fuego, mientras que el sulfato se libera al quemar combustibles fósiles, los científicos llegaron a la conclusión de que los brotes de fuego eran los responsables de los altos niveles de contaminación del aire en dichas regiones. Áreas rurales de California, Idaho, Montana, Nevada, Utah y Wyoming presentaron conjuntos de datos que mostraban mayores niveles de PM 2.5 pero ningún aumento en los niveles de emisión de dióxido de azufre.
Ambos científicos coinciden en que si bien el cambio climático y el incremento de las temperaturas ciertamente juegan un papel en la ocurrencia de brotes de fuego más recurrentes y extensos, no son los únicos culpables, otros factores también contribuyen al problema, uno de los cuales, según ellos, sería la deficiente gestión de los bosques en los Estados Unidos con vegetación propensa a los incendios y descuidada. El gran desafío en el futuro será buscar métodos eficaces y económicos para lograr alguna forma de control sobre esta fuente de contaminación del aire, la cual no es tan fácil de regular como aquellas que son resultado de las actividades humanas.
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