Afecciones a la piel por contaminación del aire
La representación de la polución es una combinación de diversos elementos, lo que complica determinar cuál componente exacto desencadena una respuesta específica. Con algunas asociaciones más evidentes que otras, como los vínculos bien establecidos entre las emisiones vehiculares y los trastornos respiratorios en adultos y niños saludables, la amenaza podría derivar de algunos elementos combinados, siendo los más comunes contaminantes como el humo de diésel, partículas ultrafinas y benzo(a)pireno.
En la mayoría de los casos, estas partículas por sí solas no representan un riesgo para la salud del individuo, pero los productos químicos que se adhieren a ellas sí lo hacen. Por ejemplo, el polvo urbano suele constar de aproximadamente 224 sustancias químicas tóxicas que varían desde hidrocarburos policíclicos aromáticos hasta metales pesados y pesticidas. Las concentraciones de polución suelen ser demasiado grandes para penetrar la piel, pero los distintos productos químicos adheridos a ellas son de menor tamaño y cuentan con esta capacidad. Un ejemplo notorio de contaminante cotidiano es el humo del tabaco, que ha demostrado contener más de 6.000 sustancias químicas.
Los conservacionistas indican que el aumento de la polución registrado durante un período específico y el número de personas afectadas por afecciones cutáneas durante ese intervalo son directamente proporcionales. Aunque los primeros síntomas podrían ser la aparición de acné, eczema y urticaria, la salud de la piel puede estar en peligro más allá de meramente el aspecto estético. Según Whitney Bowe, dermatóloga de la Escuela de Medicina Icahn de Mount Sinai en Nueva York, en la última década ha surgido mucha información nueva sobre los factores estresantes ambientales, evidenciando que si bien anteriormente se entendía que el peligro que presentan los contaminantes del aire estaba vinculado principalmente a la parte externa de la piel, investigaciones recientes sugieren que la exposición puede tener implicaciones más profundas. Bowe menciona que los químicos capaces de atravesar la piel podrían desempeñar un papel en el desarrollo de afecciones como el asma o el cáncer de mama.
La dermatóloga considera que estos nuevos enfoques sobre la relación entre la polución y la aparición de enfermedades son cruciales de tener en cuenta, ya que el cuerpo humano, a pesar de haber vivido durante mucho tiempo en entornos contaminados, aún no ha desarrollado ningún mecanismo para protegerse de los efectos nocivos de la polución. Los estudios deben abordar problemas que van desde la irritación y el envejecimiento prematuro de la piel hasta el daño a los órganos internos y la proliferación de células cancerígenas. En el caso del cáncer, este se debe en mayor medida al estrés oxidativo, que ocurre cuando las especies reactivas de oxígeno (ROS) destructivas están descontroladas y la red antioxidante natural del cuerpo no es capaz de neutralizarlas a tiempo antes de que dañen la piel y otros órganos. La generación de ROS se produce por tres factores relacionados con la polución, como los receptores de hidrocarburos aromáticos, el ozono y las partículas.
Frederick Frasch, que trabaja en el Instituto Nacional de Salud y Seguridad Ocupacional de EE. UU. en Morgantown, Virginia Occidental, se refiere a la forma en que los químicos ingresan a la piel como "sigilosamente" en comparación con los escenarios en los que las toxinas se inhalan o ingieren. Whitney Bowe también aborda el sigilo con el que la polución es absorbida por la piel, mencionando que, por un lado, hay contaminantes aéreos que llegan a los poros de la piel de forma semejante a como se vierten piedras en un recipiente, y por otro lado, ilustra el caso de los hidrocarburos aromáticos policíclicos, comúnmente emitidos por los escapes de los vehículos y los incendios forestales, describiéndolos como lipofílicos, característica que les permite penetrar a través de los espacios grasos existentes entre las células de la piel, infiltrarse en el sistema circulatorio y propagarse por todo el cuerpo.
Es imprescindible emprender más investigaciones para establecer con mayor precisión las conexiones entre la polución atmosférica y la salud de la piel; no obstante, actualmente existen suficientes datos que apuntan a la función de barrera de la piel y la hidratación de la piel como las dos amenazas más inmediatas que enfrentamos frente a los peligros de la polución atmosférica para la piel.
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