Basura espacial ¿Es un riesgo para la Tierra?
En un mundo donde la cantidad de desechos que generamos diariamente no parece ser suficiente, pronto nos veremos confrontados con la basura que orbita el espacio. Esta existencia de residuos espaciales va en constante aumento y plantea una amenaza no solo para los satélites, sino también para la Estación Espacial Internacional. Incluso un fragmento de basura de apenas 10 centímetros de tamaño tiene el potencial de aniquilar por completo un satélite de tamaño promedio, lo cual es un verdadero desafío.
¿Qué constituye la basura en el espacio?
A lo largo de más de seis décadas de historia espacial humana, se han registrado alrededor de 6,220 objetos en órbita (Datos de la ESA actualizados hasta julio de 2023). Estos logros han permitido importantes avances tecnológicos, como los satélites de comunicaciones y los utilizados para estudios meteorológicos. Aunque estas tecnologías son de gran utilidad, también plantean un desafío significativo: el de la basura que flota en el espacio.

La mayoría de estos objetos son restos desprendidos de cohetes y satélites, aunque también se pueden encontrar cosas como un guante perdido por el astronauta Edward White, una cámara extraviada por Michael Collins, bolsas de basura de la Estación Espacial Mir, una llave inglesa e incluso un cepillo de dientes.
¿Cuánta basura hay en el espacio?
Se estima que en la actualidad hay alrededor de 36,500 desechos de más de 10 centímetros de diámetro en órbita alrededor de la Tierra, cifra que asciende a 1 millón si consideramos los objetos con un diámetro de entre 10 cm y 1 cm. Por otro lado, la cantidad de fragmentos que varían de 1 cm a tan solo 1 mm supera los 130 millones. La mayoría de estos desechos se encuentran en la órbita terrestre baja, que se sitúa entre 300 y 1,000 km de altitud. La pregunta clave es: ¿Representan un peligro? La respuesta es definitivamente afirmativa. Un fragmento de alrededor de 10 cm tiene el potencial de destruir completamente un satélite de tamaño medio, mientras que uno de apenas 1 cm podría comprometer gravemente una misión de lanzamiento. Incluso los fragmentos de un milímetro pueden causar daños localizados o afectar seriamente algunos subsistemas.

Actualmente, la densidad de los residuos en el espacio sigue siendo relativamente baja: a una altitud de 1,000 km, donde son más abundantes, la cifra es de 0,0001 objetos por km³. A partir de esta premisa, se deduce que las posibilidades de colisión son escasas. No obstante, el problema radica en que un solo choque puede generar docenas o incluso cientos de nuevos fragmentos, los cuales a su vez pueden impactar contra otros residuos o satélites, desencadenando un efecto dominó que podría eventualmente obstaculizar la exploración espacial. Esta situación, conocida como síndrome de Kessler en honor a su creador Donald J. Kessler, un consultor de la NASA que en 1978 advirtió sobre los riesgos de esta cascada de eventos.
Medidas para protegerse de los desechos espaciales
La Estación Espacial Internacional ya ha implementado algunas precauciones para mitigar los efectos.de posibles choques con chatarra espacial. Sin embargo, las medidas que se toman no siempre son suficientes: solo considere que incluso el renombrado óculo de observación presenta una marca en su superficie debido a la chatarra espacial. Una de las soluciones más habituales es, en consecuencia, ajustar la órbita de la Estación Espacial Internacional mediante los propulsores de la ISS o de la nave espacial conectada a ella.

En lo referente a los satélites, lo que están ejecutando los investigadores es tratar de vigilar la trayectoria de estas ruinas, a fin de modificar la dirección de los satélites para evitarlas. No obstante, esto solo es factible con los satélites de última generación, que poseen algunos motores para ejecutar dichas maniobras.
En cualquier caso, rastrear la chatarra espacial está lejos de resultar sencillo: se disponen de sensores visuales para llevar a cabo esta tarea, como los láseres, por ejemplo, pero van perdiendo eficacia a medida que la basura espacial se vuelve más diminuta. Los escombros con un ancho inferior a 10 cm, de hecho, resultan no solo complicados de identificar, sino también más imprevisibles en sus movimientos, dada la menor estabilidad orbital.
Las alternativas para abordar el problema
Ahora veamos qué medidas se están contemplando para solucionar el inconveniente de la chatarra espacial. Lógicamente, lo primero sería evitar en la medida de lo posible futuros percances y choques. Esto se puede lograr mejorando las tecnologías aeroespaciales o rastreando las órbitas de los desechos espaciales con mayor precisión para prevenirlos. Otra acción que se puede llevar a cabo es facilitar el proceso de autodestrucción de ruinas. Tenga en cuenta que la mayoría de los objetos que se desprenden de un cohete o satélite finalmente se desintegran al entrar en contacto con la atmósfera. Por tanto, diseñar y construir componentes aeroespaciales que faciliten este proceso resulta en algo beneficioso. Siempre con soluciones a corto plazo, se debe planear maneuvers de reintegro controlado para todos los objetos que enviamos al espacio, con el fin de retirarlos antes de que se deterioren. En realidad, el reintegro controlado implica que el satélite se autodestruirá de forma autónoma al entrar en contacto con la atmósfera. Y si alguna parte sobrevive, su trayectoria descendente finalizará en aguas internacionales, donde no representará ninguna amenaza para nadie.

Luego se presentan las soluciones a largo plazo. De hecho, en los últimos años también se ha comenzado a idear soluciones para recuperar fisicamente la chatarra espacial. La ESA, la Agencia Espacial Europea, ha lanzado dos proyectos con ese propósito. El primero consiste en identificar grandes desechos espaciales y utilizar una malla para capturarlos. El otro implica usar un androide espacial. Este último será diseñado para acercarse a los escombros a recuperar, acercando gradualmente las dos órbitas. Una vez cerca, el androide tomará los desechos con brazos mecánicos y posteriormente los llevará de vuelta a la Tierra.
Deja una respuesta
Contenido relacionado