En lo alto de la piedra madre, requeriremos lo llamado reserva de roca. Esta piedra debe ser porosa y permeable ya que debe tener la capacidad de alojar el petróleo que emergerá de la piedra madre. La arena, en otras palabras, un tipo de piedra conformada por granos de arena, es la principal reservorio de petróleo. Imagina que esta piedra actúa de forma similar a una esponja: el aceite se desplaza entre los granos de arena, a través de los poros.
Capa hermética
La tercera piedra esencial para la formación de un depósito es una "Capa de recubrimiento", impermeable y ubicada por encima de la piedra del yacimiento. Su función es evitar el ascenso del petróleo. Si esta capa no existiera, el aceite llegaría a la superficie, provocando su dispersión. Estas son las tres piedras básicas, aunque también se requieren otros dos elementos para garantizar la formación de un depósito: trampa y migración.
Las capas de las tres piedras vistas, al formarse, son horizontales: por lo tanto, deben doblarse para atrapar el petróleo, creando una estructura en forma de "A", permitiendo que el aceite se eleve de abajo hacia arriba. En la naturaleza, estos pliegues en forma de "A" se conocen como anticlinales y se originan a lo largo de extensos períodos geológicos debido a fuerzas tectónicas compresivas.
Cuando la piedra madre, repleta de material orgánico, alcanza una temperatura de alrededor de 90-100 grados, desencadena una serie de reacciones químicas que convierten ese material orgánico en hidrocarburos. Una vez creados, al ser menos densos que los fluidos circundantes, los hidrocarburos tienden a ascender, migrando de la piedra generadora a la piedra reservorio. La Migración es precisamente el término empleado en el ámbito técnico. Gracias a la capa y al pliegue, el aceite se acumula en el centro del pliegue, creando así nuestro depósito.
Es importante destacar que estos 5 pasos deben ocurrir en el correcto orden cronológico; de lo contrario, no se logrará la formación del depósito. Los depósitos que exploramos hace más de un siglo, y que seguimos investigando en la actualidad, han estado presentes durante millones de años, resistiendo terremotos devastadores y cambios en las placas tectónicas. Esto implica que una vez agotados, tendríamos que esperar millones de años para obtener otros nuevos. Por tanto, el petróleo no se considera una fuente renovable, al menos no a escala humana.
Si bien el uso del petróleo nos ha permitido avanzar a una velocidad vertiginosa (y disfrutar de comodidades que generaciones pasadas ni siquiera podían imaginar), su explotación ha sido tan intensa que ha tenido un impacto negativo en el equilibrio natural. De una manera completamente idealista, podríamos haber sido más moderados y haber hecho un uso más razonable de esta fuente energética, para evitar los graves problemas que enfrentamos en la actualidad, como el calentamiento global. Sin embargo, una vez más, el ser humano ha mostrado una voracidad desmedida, priorizando la economía sobre el medio ambiente.
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